martes, 1 de octubre de 2013

Querida familia anónima

Para muchos los sábados por la mañana son el mejor día de la semana, por aquello de levantarse algo más tarde, que todo está por hacer (aún, aunque solo sea durante 48h) y que luego llega la noche, con sus cosas de sábado noche. Para nuestros Anónimos el sábado era El Día, porque tras meses de mucho tuitear versos y afanarse en publicar poemas en el muro de Facebook de la iniciativa, muchos dejaban de ser "poetas sin nombre" para verse, apellidos incluidos o acaso con algún pseudónimo (elegido o impuesto), en un librito, que pasa a formar parte del legado de publicaciones del Festival. Primer día lluvioso, plenamentente otoñal, y la Sala Orive repleta de cosmoanónimos, a ratos exultantes, otras más tímidos, interaccionando entre sí, comentando versos y rozando poemas que antes tan solo eran un archivo informático. Muchos son ya fieles, como Cecilia Silveira, Pedro Podres o el eterno "anónimo" Juan José Maíllo, que ha participado en la iniciativa desde sus inicios. 
Rafa Jurado, María Mercromina, Ana Rossetti y José Ignacio Montoto. 
Fotografía de Lola Araque

Así, "la gran familia de los Anónimos" acude a la cita como si se tratara de una comida familiar, con sus abrazos y sus besuqueos, que también hay abrazos, risas y choques de manos en la Sala Orive, y, a los que no han podido acudir al reencuentro, se les piensa y se les nombra. Se leen sus tuits, se recuerda que "están" al abrir el libro y que las ventajas de la evolución de la iniciativa Anónimos, desde que fuese "casi un consultorio" seis años atrás hasta la más renovada versión 2.1., son precisamente esas, romper las barreras espacio-temporales para poder conocerse e intercambiar versos desde cualquier parte. Y es que "todos hemos sido Anónimos", comenta María Mercromina, uno de los integrantes del Comité de Selección, junto a José Ignacio Montoto y Ana Rosetti, que también estuvieron en la presentación del libro junto a Rafa Jurado, de El Dispensario, responsable de la iniciativa, y las redes sociales son "una ventana que está abierta a todo el mundo", concluye María. 

En esta mañana lluviosa, hablamos de calidad vs. impacto y de las posibilidades que ofrece internet para la divulgación de los textos propios, sin que ello reste valor a estos, porque, como precisa Ana Rossetti, "tenemos que aprender a tener criterio y a pensar, sea en papel o en internet" y "si uno es poeta de verdad, escribe para la poesía", a pesar de las crítica, y de la importancia de mostrarlos, de ser capaz de desprenderse de ellos, que "cuando el poema ya no te pertenece, toma vida, se convierte en un bien común". Tampoco olvidamos recalcar que en esta edición, cuya participación ha sido abrumadora, con más de 1100 poemas recibidos, se ha echado en falta la temática social pero, en cambio, como sucede en todas las familias, ha habido amor a raudales -pensemos en esas conversaciones de tíos, tías, abuelos, sobrinos... en las que hay reparos en hablar de política y del mundo, pero no en cuchichear accerca de fulanito, que está algo algo tonto desde que llegó menganita, o de cómo Paquita sufre porque Pepito...- y muchos besos. "Estáis muy enamorados todos los Anónimos", sentencia María, al tiempo que Ana Rossetti se pregunta cuántas veces habrá aparecido la palabra "labios" en los poemas recibidos y Rafa Jurado increpa: "¿Qué os pasa a los poetas con los versos?"
La Sala Orive, a tope de #cosmoanonimos. Fotografía de Lola Araque

Después, el turno de los valientes, de dar la voz a los Anónimos, que José Ignacio Montoto y María Mercromina recuerdan que ellos también lo fueron (José Ignacio en la primera edición y María el año pasado) y que ese es el primer paso: ser Anónimo y no olvidar nunca tal condición. En ello se adentra Juan José Maíllo, que, antes de comenzar la lectura de su poema, advierte que ha de dar las gracias a José Luis Rey, Juana Castro y Pablo García Casado, "pero sigo siendo anónimo", sentencia con orgullo. A continuación, Cecilia Silveira también recuerda que ella participó en el primer Anónimos y que ahí sigue, apostando por "la poesía como reparación". Escuchamos poemas, escuchamos tuits, pensamos en todos los Anónimos que no estuvieron y, como sucede en las mejores familias, más tarde llegó el momento de las despedidas, de abrarse, prometerse más lecturas, intercambiar emails y usuarios de Twitter y de pensarse en la próxima edición, de nuevo, con la familia.


pálida señorita del paraguas

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