lunes, 26 de agosto de 2013

Anónim@ de la semana (7) o cómo sobrepasar los 500 poemas la semana de los más de 500 fans

La salud de los #cosmoanononimos no para de fortalecerse, aun en agosto: no solo hemos de reseñar su ritmo de crecimiento (casi 600 fans en Facebook, con una lluvia imparable de "me gustas" a los poemas del muro), sino que la calidad de los poemas recibidos -que ya sobrepasan los 500, como ha anunciado la prensa-  nos deja continuamente perplejos. 

El Anónim@ destacado de esta semana es un ejemplo de ello, de calidad y popularidad al mismo tiempo. ¡Enhorabuena a Kris Diminutayazul! Su poema "Ahora que solo quedamos dos: La Poesía y yo" ha sido el más votado por la comunidad de Anónimos en Facebook (nada más y nada menos que 171 personas han apoyado su poema), seguido del de Esther Aguirreche y Marina Alcolea. Felicidades también a Esther y Marina, por su gran acogida, de especial trascendencia en esta semana, en la que hemos tenido más de 30 nuevos poemas. 

Antes de dejaros con el poema de Kris, un pequeño inciso: tan solo quedan 2 oportunidades para que consigáis ser nuestro "Anónim@ de la Semana" así que... ¡a por todas! Además, os recordamos que podréis enviar vuestros poemas (un máximo de 3 vía Facebook o email, con el único requisito de que sean inéditos) hasta el 5 de septiembre y que la fórmula para hacérnoslos llegar es muy simple: un email a anonimos@eldispensario.com o publicarlos directamente en el muro de la fan page de la iniciativa Anónimos, además de los versos sueltos a través de Twitter incluyendo el hashtag #cosmoanonimos. [Ver Cómo participar]


Ahora que solo quedamos dos: La Poesía y yo.

Ahora que estoy hecha de
sol, arena
y ausencia.

Me queda 
el nunca
y la nada
derramándose sobre mi cama.

No tengo derecho
a escoger un solo recuerdo
y alabarlo en este templo
a oscuras.
Aun así
habrá que elegir
un nombre,
una imagen,
una banda sonora,
habrá que trazar una línea
que empiece y acabe
en el infinito.

Los pliegues de los días
están manchados de cerezas.
Solo sé que no es temporada
de palacios,
de aviones,
trenes,
de buscar
el roce de tus manos.

Este aire que alimenta
mi respiración
se desnuda.
Las marañas de luz
sudan
en mi cuerpo.

Los pájaros son de cristal
y no encuentran azul
sobre el que deslizar sus alas.

El cielo que brota
en la página en blanco
no le pertenece a nadie.

Sin embargo trato de volar
yo, con mis dedos
por encima de cada letra
aunque no sepa
si encontraré una palabra
que sostenga todo este vacío.

Ahora
me engancho una estrella
a los tobillos,
bajo la ventanilla del coche
y respiro
el olor a sal,
ahora cambio de marcha
y no sé si sujeto
el papel o el alma.

Ahora
solo quedamos dos:
la Poesía
y yo.


Kris Diminutayazul

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